El arduo trabajo de la socialdemocracia por mantener con apariencia de juventud a una formación histórica cuyas cuadernas crujen por todos lados, y el agua se cuela por las juntas y algunos ya inevitables boquetes bajo la línea de flotación.
Como punto de partida consideremos dos datos, extraídos de una reciente EPA. En ella se constata que en nuestro país existen hoy 2,6 millones de trabajadores activos que son pobres, sus salarios no les llegan para cubrir sus mínimos vitales. Nunca antes este indicador había llegado a un valor tan alto. También, en esa misma encuesta del INE, se precisa que el colectivo de trabajadores/as con menos de 35 años de edad tiene hoy salarios inferiores a los de hace diez años. Entre 1.000 y 1.500 euros menos, según tramo.
¿Tiene esto algo que ver con el capitalismo, o sencillamente es una mala gestión de gobierno, o quizás una torpeza de aquellos trabajadores y trabajadoras que se encuentran en esta situación?
La ideología dominante en una sociedad es la ideología de su clase dominante (Marx).
Para que la mayoría social asuma la ideología de la clase dominante como si fuera la propia, y así se garantice la estabilidad de la forma histórica concreta que adopta la dictadura del capital en cada momento, esa clase dominante necesita de toda una batería de recursos y medios que mantengan tal estado de alienación de las masas que garanticen y hagan posible que su ideología sea la de la clase que ejerce el poder absoluto, y que en la sociedad se considere esa ideología dominante como “el sentido común”. Mientras eso esté garantizado no se necesita recurrir de forma especial a los instrumentos de violencia policial y/o militar. Si llega el momento en que no funciona la alienación, y las masas comienzan a adquirir conciencia de sus auténticos propios intereses, entonces se recurre de una forma directa a los instrumentos de violencia de la burguesía, sin contemplaciones.
Un ejemplo reciente, el voraz incendio de la isla de Gran Canaria. El Gobierno Zapatero fue el creador de la UME (Unidad Militar de Emergencias) en el año 2005, teniendo como uno de sus objetivos fundamentales participar en la lucha contra los incendios.
Así, en una situación en la que se quema la escasa masa forestal de la isla, producto de la imposición a lo largo de la historia de un modelo económico de monocultivo dependiente, se presentan los militares “para ayudar al pueblo”. Y la ministra que visita la isla, cómo no, es la de Defensa, que se despacha con una proclama diciendo “qué bien que se demuestra que el Ejército está para defender al pueblo”. Y el pueblo “agradecido” de que el Ejército haya salvado su casa del incendio. Se oculta, con toda la intención, que los auténticos artífices contra el incendio fueron los bomberos, civiles.
¿Qué es lo que esconde el gobierno? Un dato descarnado. En la isla -ni en todo el archipiélago canario, situado a 1.500 km. del continente europeo-, no hay ningún hidroavión para incendios como los de estas últimas semanas. Pero si hay veinte cazas F-18, a los que se destina un presupuesto descomunal para su adquisición y mantenimiento. Este dato pone de manifiesto cuáles son las prioridades de la clase dominante en relación a Canarias. Su utilización como base militar de agresión contra otros pueblos. Esa es la auténtica cara del ejército español, la OTAN, y su presencia en Canarias.
Pero al mismo tiempo que se desarrollaba este dramático incendio, un barco -el Open Arms-, (y alguno otro más al que no se le ha dado tanta difusión), protagonizaba uno de los episodios más denigrantes de la “democrática Europa”. Cientos de personas rescatadas de una situación desesperada en el mar son bloqueadas en altamar por los llamados “poderes democráticos”, que se revuelven ante la posibilidad de dar auxilio a esas personas. También en este caso España, Pedro Sánchez y su ministra de Defensa, terminan enviando un buque de guerra para trasladar “al cupo” que finalmente asumía nuestro país. Otra vez militares “en misión humanitaria”. Los mismos militares que participan en tantas guerras de agresión a los pueblos africanos, y que como consecuencia de ello se producen las migraciones desesperadas para tratar de huir del terror que han dejado allí los ejércitos imperialistas.
A continuación, y a estas horas, el barco incautado, y reiterada la orden de que “tiene prohibido rescatar a náufragos en altamar”, aunque se estén ahogando. Primero es la legalidad de la democrática UE, después la vida de las personas. Claro que si esas personas, rescatadas en este caso por el Open Arms, se hubieran ahogado en esa fosa común del Mediterráneo, más allá de algún titular, no habría pasado absolutamente nada en los gobiernos, y en buena parte de la opinión pública, de la civilizada UE.
Por tan solo ejemplificar, otros datos más de la actualidad internacional. Donald Trump se está planteando prolongar la detención de niños inmigrantes más allá de los bárbaros veinte días actuales. Bolsonaro interviene como el autor intelectual de los brutales incendios que están arrasando la Amazonía en estos días (72.000 incendios, según cifras de hoy). La guerra comercial EE UU – China hunde la economía mundial. Se agudiza la tensión militar internacional después de que EE UU abandone el INEF, y se inicia una nueva carrera de armamentos. España sigue ciega a los asesinatos de saharauis por parte de la dictadura marroquí. El banco Santander, en el año 2018, obtuvo el 15% de sus ganancias de su actividad en España, el 85% restante lo obtuvo de su actividad en otros países, de forma destacada en Brasil (26%). La deuda total mundial, en datos de mitad del año 2018, asciende a 247 billones de dólares, el triple del PBM. Dicho de otra manera, algo así como 33.000 dólares de deuda por cada habitante del planeta.
CONCLUYENDO
¿Tienen todos estos episodios algo que ver con que la clase obrera española pierda derechos y condiciones de trabajo y de vida, ya gobiernen unos u otros partidos?
Si nuestra argumentación se rigiera por la ideología dominante, la ideología de la clase dominante, el “sentido común”, pues se podría hilar un discurso que justificara que esta es una situación reversible, que con un gobierno “progresista” todo va a ir a mejor, y que es cuestión de “tener un poco de paciencia para que la recuperación llegue a todos”.
Pero si nuestro pensamiento se guía por categorías independientes de los intereses de la burguesía, sustentado en las elaboraciones más avanzadas del pensamiento humano, pues nuestra conclusión, de una forma tajante, es que existe una relación directa entre el retroceso de las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera española y todos los acontecimientos enumerados arriba.
Esos acontecimientos, citados tan solo a modo de ejemplos espigados en la realidad que se desarrolla delante de nuestras narices, tienen una matriz común de legitimación. La formación capitalista, envejecida y decrépita, es la causa última y directa de la barbarie general que la burguesía internacional desarrolla contra los trabajadores y trabajadoras, y contra los pueblos.
El brutal proceso de concentración y centralización del capital en manos de una cada vez más reducida oligarquía mundial, de unos pocos monopolios transnacionales, que actúan con el único principio de su parasitaria ganancia y acumulación de capital, es la causa tanto del deterioro de las condiciones de vida de las grandes masas obreras y populares, como de la destrucción de nuestra relación con la naturaleza y de las mismas condiciones para la vida humana en el planeta.
Abandonemos el “sentido común”, construyamos nuestras alianzas sociales de forma independiente, con nuestros propios medios y nuestras propias fuerzas, e iniciemos un camino fundante de un nuevo proyecto histórico, que haga que la Humanidad transite del tiempo de la barbarie al tiempo de la civilización. La sociedad de la igualdad y la justicia social, el socialismo y el comunismo.
Carmelo Suárez
Secretario General del PCPE