Con ese propósito y con la voluntad de aglutinar al máximo de fuerzas posible en estructuras unitarias de base que, a la vez, avancen en su coordinación territorial sumando al proyecto estatal de la Coordinación Estatal Contra las Bases y la OTAN (CECOB), el CE del PCPE lanza este comunicado en un momento absolutamente determinante para el futuro de la Humanidad.
Ahora que suenan tambores de guerra en Europa y la propaganda y la mentira se extiende como una gran mancha de aceite destinada a impedir cualquier posicionamiento crítico con el discurso oficial, se hace más necesario que nunca ofrecer análisis e interpretaciones de lo que realmente sucede. Claves para el conocimiento y, también, como no podría ser de otra manera, para identificar responsabilidades y organizar la respuesta popular que ponga fin a la guerra y detenga la barbarie imperialista. Ni todo
está escrito, ni mucho menos decidido…con la movilización consciente de los pueblos aún es posible ganar la PAZ.
Este es el objetivo de esta Declaración del Comité Ejecutivo del Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE).
Desde el inicio en 2014 de la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania, la combinación de diversos factores que no cesan de retroalimentarse en una espiral de creciente violencia y colapso económico, conduce directamente a los pueblos europeos a un escenario de guerra total. Una realidad que se ha verbalizado estos días por diversos dirigentes –Macron especialmente- y que, pese a los rápidos desmentidos, marcan con claridad la perspectiva de la generalización de la guerra, tras el más que previsible desmoronamiento de las posiciones militares ucranianas incapaces de detener el avance de las líneas rusas.
De entre todos estos factores, es necesario destacar dos que determinan la realidad de la UE y del conjunto de estados y naciones sometidos a sus dictámenes y a los de la OTAN. Dos hechos que, pese a ocultarse sistemáticamente por los gobiernos de turno y los conglomerados informativos, son la causa directa de la destrucción que ya hoy asola nuestro continente y, como se demuestra en Palestina, se extiende imparablemente por todo el Orbe.
- La incontenible escalada de la crisis general del capitalismo, sitúa el recurso de la guerra como una contratendencia o antídoto para su avance. La guerra es un medio para prolongar la existencia del capitalismo, pues como bien demuestra la Historia, después de la destrucción que provoca cada guerra, la criminal existencia de la dominación burguesa, retoma periodos de auge que permiten recuperar la tasa de ganancia y el reparto de dividendos.
- La creciente subordinación económica y geoestratégica de la UE a los EE.UU. y la OTAN agudizan y generalizan el escenario de la guerra en Europa. En la práctica, esta sumisión lacayuna a los propósitos de la potencia que mantiene 452 bases e instalaciones militares en Europa, no solo quiebra los acuerdos económicos con la vecina Rusia que garantizaban un suministro seguro y económico de energía, sino que ha llevado a la UE a depender energéticamente de los EE.UU. incrementando aún más su supeditación a esta potencia económica y militar.
Una situación determinada en exclusiva por la defensa de los intereses del gran capital monopolista, especialmente sus sectores más parasitarios vinculados a los grandes fondos de inversión con intereses concretos en determinados sectores estratégicos (bancarios, energéticos, armamentístico, telecomunicaciones, transporte, sanidad, alimentación…) que, sin más límite a su violencia que la resistencia de los pueblos, empujan a la Humanidad a un conflicto generalizado de alcance impredecible en el que, por desgracia, cada vez gana más peso el riesgo de la destrucción nuclear de la vida humana.
Frente a esta realidad que crece y avanza, se impone con urgencia la necesidad de un análisis independiente que, fundamentado en exclusiva en los intereses y necesidades del pueblo trabajador, identifique con claridad los riesgos que nos asolan y sitúe las vías para su superación.
Mirar a otro lado no es una opción legítima. En un momento como éste, absolutamente crucial para el desarrollo de la Humanidad, en el que está en juego la propia continuidad de la Vida, el silencio de la complicidad es igualmente responsable.
Sobre la base de estos dos factores, continuamente ocultados y aparentemente ajenos a una guerra en la que el capitalismo occidental se presenta cínicamente como la víctima, no queda la menor duda que el eje nodal de la guerra, lo que podríamos definir como enemigo principal de la Humanidad es el Imperialismo, encabezado por los EE.UU. y nucleado en torno a la OTAN.
Igual que cuando se creó seis años antes que el Pacto de Varsovia, lo hizo bajo la mentira de defender la “democracia” frente al Comunismo y la Unión Soviética, esta compleja alianza de subordinación económica y política al modelo de hegemonía norteamericana, desde el mismo momento de su creación en 1949, es la responsable de millones de muertes y de la destrucción de una lista inacabable de países. Los responsables del lanzamiento de la bomba nuclear sobre población civil en Hiroshima y Nagasaki, los mismos que destruyeron Vietnam, Laos, Iraq, Libia, Yugoslavia, Somalia… o someten a bloqueos criminales a pueblos soberanos como Cuba, Irán, Rusia o la RPD de Korea, no tienen ningún derecho a proclamarse adalides de ningún derecho humano. Tampoco el imperialismo europeo que, tras siglos de guerras, saqueo, esclavitud y colonialismo en los cinco continentes, reivindica su superioridad cultural y social sobre la fosa común de cientos de millones de víctimas.
El poder burgués, cada vez más concentrado e incapaz de ofrecer nada positivo a la Humanidad y, en concreto a las grandes masas trabajadoras, es el gran responsable de este fracaso civilizatorio que objetivamente toca a su fin, pero que requiere del concurso activo de las masas obreras y populares para, en el marco de las más diversas alianzas, ponerle fin. Por eso es tan importante definir bien al enemigo, identificarlo y actuar decididamente contra él usando todos los recursos al alcance de los pueblos.
Contra la OTAN y las bases militares.
Es necesario explicar bien qué supone la pertenencia a la OTAN y la presencia de las bases militares para, desde la voluntad de construir un país de Paz, con relaciones fraternales con todos los pueblos del mundo, situar referencias diferentes al discurso de la guerra que se impone desde el Poder.
Las bases militares yanquis de Rota y Morón, pero también la británica de Gibraltar, – todas ellas con armamento nuclear-, son instalaciones que se utilizan a diario para la acción militar de la OTAN en el Este de Europa y Asia Occidental. Objetivamente, su presencia convierte el territorio de Andalucía en un objetivo militar y pone en riesgo directo la seguridad de todas las poblaciones limítrofes.
Claramente, la existencia de estas bases, así como del Cuartel General de la OTAN en Bétera, no favorecen en nada las necesidades e intereses del pueblo trabajador y, muy al contrario, solo son un factor de inseguridad y desestabilización. Es necesario levantar un amplio movimiento de base que denuncie la existencia de todas estas instalaciones militares y exija al gobierno de España su desmantelamiento inmediato, situando la necesidad de recuperar la soberanía sobre ellas.
La pertenencia a la OTAN, además de la implicación directa en todas las aventuras militares de esta alianza criminal y sus socios, exige el gasto del 2% del PIB al presupuesto militar. Un dispendio absolutamente innecesario para un país de Paz que solo beneficia a los accionistas de la industria de la guerra. Una economía de guerra que se impone progresivamente bajo el terror discursivo de la amenaza exterior y que, en paralelo, conlleva el desmantelamiento progresivo de los servicios sociales.
Con la prioridad absoluta del gasto militar y el pago de la deuda por los fondos repartidos a las grandes constructoras y monopolios de la energía, es evidente que los recortes en prestaciones y servicios sociales van a formar parte de la agenda de los próximos meses.
Es absolutamente necesario, vincular los recortes a la realidad de una economía de guerra que prioriza los dispendios suntuarios del gasto militar a las necesidades reales de la población en un país que ostenta el lamentable record de encabezar las tasas de pobreza infantil en Europa. Utilicemos los datos objetivos que ofrece esta realidad para organizar estructuras amplias del movimiento Anti OTAN vinculando la lucha por los derechos sociales a la denuncia de la guerra y los gastos militares.
Igualmente, una sociedad instalada en el discurso de la guerra, es una realidad donde no solo los derechos sociales se ven atacados, también los derechos laborales y civiles se ven limitados por la exigencia de ofrecer absoluta prioridad a los planes y necesidades de la OTAN. El derecho a la manifestación y a la huelga, ya hoy son totalmente subsidiarios de intereses considerados “superiores” por el Estado, como son el gasto militar y el envío de armas y tropas a zonas de conflicto.
En consecuencia, la necesidad de vincular la lucha por la Paz al movimiento obrero, es otra de las prioridades con las que debemos trabajar. Sin la participación de la clase trabajadora en los planes de guerra, los estados no tienen nada que hacer. La clase obrera negándose a cargar armas en los puertos, desertando de futuras levas para enviar a nuestros hijos a la guerra, manifestando su rechazo a las bases, haciendo huelgas… es el principal factor social a favor de la Paz.
En esa tarea están el PCPE y la JCPE, ese es nuestro compromiso con el futuro, esa es nuestra apuesta por la Paz y el Socialismo.
¡POR LA PAZ. OTAN NO, BASES FUERA!
¡EN PIE DE PAZ CONTRA LA GUERRA!
Comité Ejecutivo del PCPE
12 de marzo de 2024