El asesinato, en el día de hoy, del General iraní Qassem Soleimani, por orden del Presidente yanki Donald Trump, es una demostración incontestable del grado de degradación y putrefacción, en todos los órdenes, a que ha llegado el imperialismo americano.
Esta acción criminal, que los medios de comunicación del sistema presentan como una pretendida acción de guerra, no es otra cosa que una acción de carácter desesperada, a la que recurre el Presidente Trump en su estrategia de terror planetario para tratar de revertir sus dificultades como potencia mundial.
Esta acción es un crimen, realizado a sangre fría, contra una autoridad militar de una nación soberana, Irán, la cual no está en guerra con los EE UU. Crimen realizado en otro país soberano que se encuentra invadido por el ejército yanki, Irak, después de dos guerras bárbaras realizadas contra toda legalidad internacional y en las que se cometieron los más rechazables crímenes contra su población inerme. Otro ejemplo de su bárbara moral asesina es que, recientemente, Donald Trump indultó a un Teniente del ejército que cumplía una condena de 25 años por el asesinato de un prisionero iraquí, reconociendo una vez más la impunidad que le otorga a las fuerzas mercenarias imperialistas, no importando qué crímenes realicen.
Donal Trump, de manera aventurera y criminal, pretende revertir con este tipo de cobardes acciones la desventaja en que se encuentra su política internacional frente a países que le plantan cara, y que defienden con firmeza su soberanía, dotándose de los medios necesarios para ello. Semejante asesino es quien falsamente levanta la bandera de la democracia manteniendo el prolongado bloqueo contra Cuba socialista o la guerra multifacética a que somete a la República Bolivariana de Venezuela.
El silencio y la ausencia de una condena tajante por parte de la llamada Comunidad Internacional es una demostración incontestable de que la degradación política y moral no solo es una característica del imperialismo americano, sino que afecta a todas las grandes potencias capitalistas. En última instancia es un tácito reconocimiento de que cualquiera de esas potencias actuaría, y actúan ya hoy, de la misma manera si consideraran en cualquier momento que ello les reportara ventajas para sus propios exclusivos intereses.
Hay que denunciar de forma especial el silencio del Gobierno español, y su Presidente Pedro Sánchez, teniendo en cuenta de que en nuestro país existen toda una serie de instalaciones y bases militares yankis que forman parte de la infraestructura de acciones criminales, como es ésta del asesinato del General Soleimani. Rota, Morón, Zaragoza, Torrejón de Ardoz, Fuerteventura, Lanzarote, etc., son instalaciones que forman parte, y están al servicio, de la logística criminal del imperialismo americano.
El silencio de Pedro Sánchez, y el del llamado Jefe del Estado Felipe VI, es la conducta sumisa de dos lacayos que reverencian al asesino mayor con sede en Washington, convirtiéndose ellos mismos en corresponsables directos de esas acciones criminales.
Esta premeditada acción criminal no hará más que aumentar el baño de sangre en que el imperialismo tiene sumidos a todos los países del área desde hace décadas. El armamento que España vende a esos países también forma parte de esa misma lógica genocida criminal.
Las masas obreras y populares no pueden ser cómplices de tal barbarie y, bajo las banderas del internacionalismo proletario más consecuente, han de levantar un amplísimo Frente Mundial Antiimperialista que denuncie y combata las acciones criminales imperialistas, llevando a sus responsables a responder de dichas acciones ante la justicia que el pueblo establezca.
El imperialismo no hará más que aumentar en el futuro su terror más sanguinario contra la Humanidad. Es el momento del socialismo o la barbarie. La única opción es la derrota y destrucción del sistema imperilista. El PCPE estará en la primera línea de lucha por la causa de la clase obrera y de todos los pueblos, hasta la victoria total.
Carmelo Suárez C. Secretario General del PCPE