Este 8 de Marzo no podemos negar que las mujeres obreras tenemos más motivos que nunca para ir a la huelga, la pandemia ha agudizado la explotación y la opresión de las mujeres dentro de este sistema que ya de por sí se nutre de nuestro trabajo. Las tareas de cuidado, multiplicadas (obviadas e invisibilizadas) durante el confinamiento, el teletrabajo sin una jornada laboral real, los ERTE – que siempre llegan antes a los sectores feminizados -, la precarización de trabajos feminizados (ya de por sí precarios), el aumento de la violencia de género tras encerrar a las mujeres maltratadas con sus agresores y sin proporcionar asistencia social y un largo etcétera se han añadido este año a la lista de reivindicaciones que las mujeres de la clase obrera ya llevamos hace años.
La carga que soportamos las mujeres es cada vez más grande. La clase obrera ha sido duramente golpeada y lo seguirá siendo, con el impacto más severo en las mujeres, y por ello no debemos caer en decisiones precipitadas alejadas del análisis de las condiciones materiales en las que se convoca una huelga general. Debemos entender la importancia de una convocatoria de este tipo y aprender de las experiencias pasadas desde la última huelga general previa a las del 8 de marzo en 2012, y esto no es ningún secreto: sin unidad ni solidaridad de clase, trabajada a través del tiempo, elaborando reivindicaciones propias y reivindicaciones comunes de la clase obrera, no es posible llegar a una huelga general exitosa que avance en la conquista de los derechos de las mujeres. De ser al revés, el riesgo que asumimos al seguirla es reforzar el proceso de desmotivación que supone luchar por una huelga general que sabemos que va a tener poca participación, dada la situación de pandemia y de división, y en consecuencia, poco impacto.
Como militantes comunistas tenemos la responsabilidad de utilizar la táctica para llegar a la emancipación de las mujeres y de la clase obrera, y para ello debemos promover una lucha consistente y organizada, sin picos de actividad, sino que trabaje todos los días en los barrios, los centros de trabajo y de estudio. De poco sirve que el 8 de Marzo llenemos las manifestaciones si después toda la lucha empieza y acaba en ese día. Esta jornada debe ser un día de lucha para reivindicar la necesidad de que las mujeres se organicen, especialmente aquellas que están más precarizadas y más oprimidas por el patriarcado y el capitalismo, precisamente aquellas que normalmente no se ven en las condiciones subjetivas para seguir las huelgas o acudir a las manifestaciones. Sin ellas no hay liberación de la mujer obrera, sin ellas solo queda un feminismo de techo de cristal, un feminismo que aspira a que las mujeres podamos competir en las mismas condiciones que los hombres dentro del capitalismo.
Este 8 de marzo hagamos una lucha con proyección a largo plazo, trabajemos el que todas las mujeres obreras sean capaces de estar en condiciones para seguir una huelga general o acudir a una manifestación, con unas reivindicaciones definidas y con apoyo del resto de la clase obrera para conseguir un avance real y significativo del feminismo de clase.
Sólo organizando la respuesta podremos arrebatarles al capitalismo y al patriarcado nuestros derechos. Empecemos a construir las bases de la nueva sociedad socialista en que la igualdad entre géneros sea una realidad, eliminando la división de clases y la división sexual del trabajo como pilares del sistema económico basado en la explotación y la opresión de unos seres humanos sobre otros.
TRABAJADORAS ORGANIZADAS:
POR EL FEMINISMO DE CLASE, POR EL SOCIALISMO!!